viernes, 27 de marzo de 2009

Bajo cero


Islandia en el horno, así titula Juan Forn esta nota sobre la deblaque islandesa. Y es que Islandia realmente pareciera estar en el horno. Se lo ve por todas partes, por ejemplo: “El Gobierno de Islandia ha decidido cerrar su embajada en Managua a partir del 1 de agosto de 2009"; nota en la que el jocoso diario nicaraguense aclara: "Aseguran que por crisis mundial, y que nos siguen queriendo". O sino, algo así: "Islandia completa la nacionalización de su sistema bancario tras asumir el control del banco Straumur". Nada muy propicio para un país otrora defensor a ultranza de las políticas neoliberales. O algo así, en El País: ""Islandia se encuentra en una situación desesperada. El país ha naufragado y la sociedad se derrumba. Los próximos dos años serán terribles"."

Todo lleva otra vez a la nota de Forn, donde el mismo periodista, en una conversación con dos Islandeses, cuenta esto:

"Los 300 mil habitantes de Islandia deben hoy cerca de 250 mil millones de euros (es decir, casi un millón de euros por habitante). El Reino Unido, Alemania y Suecia le reclaman un resarcimiento superior al que los Aliados impusieron a Alemania después de la Primera Guerra. La moneda islandesa (el kronur) no vale nada, la gente retiró los ahorros que pudo de los bancos antes de que quebraran, pasó esa plata a yens o euros y la puso bajo el colchón. (...)

Así llegamos a principios de los años ’90 y el auge de la timba financiera global. La muchachada islandesa no fue ajena a la fiebre de los commodities y los bancos de inversión. (...)

En octubre del año pasado, la burbuja explotó. El Landsbanki, el Glitnir y el Kaupting (todos bancos) quebraron sucesivamente. La mitad de Islandia se quedó sin trabajo y la otra mitad sin ahorros. El gobierno garantizó que todos los damnificados cobrarían tres meses de indemnización. A los tres meses cayó el gobierno."

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