sábado, 12 de septiembre de 2009

La semana pasada III


(1) Oponiéndose


Como las hay semanas oficialistas, la pasada fue una semana de la oposición. Los títulos, los debates y la iniciativa lo demostraron: fueron la mayoría. Es difícil para un gobierno, sino imposible, mantenerse constantemente sobre el pedestal que atrae la atención de todo el mundo, ese pequeño escalón, por el contrario, va rotando de dueño.


“Toda la oposición da por terminado el diálogo político”, titulaba Clarín el lunes, haciendo a aquella ganadora del sorteo cara-o-seca para el puntapié semanal. Complementando esta caracterización del devenir noticioso opositor, las denuncias tomaron un rol preponderante a lo largo de los siete días (rasgo propio de una oposición que se infla). “Los Kirchner utilizan una lujosa flota aérea paralela”, decía La Nación, también el lunes.


(2) Medicando los dolores

El martes y el miércoles fueron días de remedios y dolores de cabeza. El escándalo de los medicamentos adulterados comenzó a expandirse, y como una raíz que, antes oculta, ahora va levantando baldosas de la vereda, se fue llevando funcionarios del gobierno provincial consigo (con esperables rumores de renuncia del ministro de salud de la provincia, Claudio Zin). La lectura política del hecho, que es la que aquí nos interesa, fue la de un oficialismo que al estar debilitándose no puede detener su desgaste. Decía Eduardo van der Kooy en su columna del martes en relación a Oyarbide, quien se encarga de la causa: “Los jueces, quizás antes que la propia sociedad, siempre advierten cuándo despunta un crepúsculo político”.


(3) Día de estrenos

El jueves indudablemente fue el partido de la fecha. Tres cosas altamente resonantes ocurrieron en esas 24 horas, y sin Jack Bauer de por medio. Primero, se anunciaron reintegros a las exportaciones de maíz y trigo. Segundo, la oposición logró reunirse para oponerse a la ley de Medios, en un convite especial auspiciado por la vicepresidencia de la Nación. Tercero, “la AFIP montó un operativo intimidatorio en Clarín” (según las alarmadas letras del Gran diario argentino). Por partes las partes.

La historia del campo se inició el miércoles. Ese día se difundió que el gobierno retornaba otra vez a la idea de reunirse y negociar con los ruralistas (iniciativa que se había gestado el domingo con llamadas de Fernández a la Mesa de Enlace). Aunque las especulaciones de un encuentro antes del fin de semana no se cumplieron, sí se plasmó otra hipótesis: los representantes del campo no iban a legitimar con su cuerpo los anuncios gubernamentales. Es así que, pese a las invitaciones, el jueves no hubo representantes del cuarteto en el lugar donde Cristina comentó la eliminación (mediante un sistema de compensaciones) de las retenciones a las exportaciones de trigo y maíz de los pequeños productores.

La reunión del jueves fue, antes que nada, una gran foto: Cobos, Macri, De Narváez, Sanz, Aguad y Michetti, sentados unos al lado de los otros. De todas formas, su exigua duración, de aproximadamente media hora, fue suficiente para solicitarle al presidente del Senado “que garantice un debate (de la ley de medios) en tiempos razonables”. Asimismo, se dejó en claro que cuando asuman los nuevos diputados se revisarán todas las normas aprobadas después del 28 de junio por el congreso, y en especial, y de aprobarse, la de radiodifusión (afirmación un tanto curiosa, ya que no se refiere en nada a lo hecho previamente por la cámara, y por la razón de que varias de estas personas son actualmente diputados).

Para completar la lista de créditos en el rubro presidenciables, hubo declaraciones de Reutemann y Solá, quienes no asistieron pero apoyaron: “ `Reutemann hizo llegar su voz:"Esta ley debe tener legalidad pero también legitimidad, es decir que es imprescindible que pueda ser tratada en este período, pero votada con la legitimidad que le otorgarían los representantes elegidos el 28 de junio´". Para no quedar afuera, Carrió también se expresó, aunque solamente sobre la actitud de Cleto y de forma poco benévolamente: "Es un riesgo institucional que el vicepresidente de la Nación se reúna con la oposición".

De los tres, el tercero fue el hecho más colorido, pero probablemente el de menor contenido. La “visita” de los inspectores de la AFIP a Clarín tuvo una implicancia altamente simbólica y con muy mala recepción social. Es así que varios funcionarios de ese organismo fueron echados (y la renuncia del mismísimo Echegaray aún está en duda). No obstante, las consecuencias tangibles de la misma no llegaron muy lejos. Sin embargo, Joaquín Morales Solá aprovechó la ocasión para seguir profundizando su tesis chavista y alertar una vez más a la sociedad de la avanzada roja: “Nunca tantos parecidos con Caracas”, tituló su columna del viernes.

(4) Joda, joda, joda

El viernes las cuestiones mencionadas siguieron rebotando sin tener nuevas aristas. Evidentemente, Cobos recibió críticas muy fuertes por sus actividades opositoras. Fernández, Rossi y Balestrini le reclamaron la renuncia y reiteraron lo del paso “al costado”. A esto, Cobos respondió –cual héroe nacional- que "lo más fácil sería renunciar" y que es “un ser humano que está lleno de sentimientos, de pasiones; no un robot". Pocas novedades, más allá de una inflación que, aunque sube, a nadie contenta: 0,8%.

No obstante, entre tantas noticias también hubo color, teñido de guiño. Es que, paradójico o no, el viernes Clarín dio a conocer los resultados de un concurso de fotografía periodística que organizó. La foto ganadora (¿idílico paisaje?), resultó ser -tal cual lo describe el epígrafe del diario- la que “muestra a un grupo de kirchneristas llorando tras el voto no positivo de Cobos”. Casualidades del destino.

sábado, 5 de septiembre de 2009

La semana pasada II

(1) Mañanas campestres


Esta semana el campo hizo poca tapa. Y poca tapa implica tanto como un olvido. Y antes del olvido, las cosas se van diluyendo. “Ya no es lo que era la protesta ruralista”, titulaba Página/12 el martes, coloreando parte del lienzo de las portadas de diarios. Al mismo tiempo, Buzzi decía que de prolongarse la protesta “podría seguir habiendo acatamiento, pero nos pone a todos en una situación de irracionalidad muy alta”. A otra cosa tractorazo, y el campo vuelve a sentarse y negociar. “Terminó el paro, pero sigue la tensión”, tituló La Nación el sábado, donde dejó expuesta abiertamente la idea de que hasta diciembre habrá mucho ruido y pocas nueces.

(2) Sobredosis de TV

Por ello, donde no hubo campo, hubo Ley de Radiodifusión. Y donde hubo Ley de Radiodifusión -¿será necesario explicitarlo?- hubo confusión mediática. “Aceptan negociar cambios en la ley de radiodifusión” (tapa de La Nación, martes); “El titular del COMFER transmitió (…) una directiva que nació en Olivos: `La ley de Radiodifusión hay que votarla como está´” (Clarín, miércoles); “Cristina: `Seguro habrá cambios en el proyecto de Radiodifusión´” (El Cronista, miércoles). Dichos y desdichos: hipótesis.

Las palabras dedicadas al tema, cuando la prensa es el blanco del asunto, indudablemente son muchas. Tantas y tan diversas, que en su columna del miércoles en Clarín van der Kooy llegó a especular –excéntricamente- con algo parecido a un cacerolazo: “Rossi supone que la efervescencia social de aquellos días (los de la 125) no se repetiría ahora con la ley contra los medios. Pero ese mismo cálculo falló antes: tampoco el jefe del bloque imaginó que el conflicto con el campo llegaría al punto que llegó”.

El mismísimo Cobos –hombre de tan pocas palabra como Reutemann- participó del convite mediático. “Esta ley es fundamental y no hay que apurarse para sacarla”, dijo el jueves (con la consecuente repercusión de la tapa de Clarín del viernes). Y añadió un condimento llamativo: “La ley debe hacerse con el aporte del actual Congreso y tiene que tener resolución con los que asuman en diciembre”. Indudablemente, los legisladores, para Julio Cleto, deberían trabajar a medias en lo que les queda de mandato: discutir sí, votar no.

(3) Palabras más, palabras menos


Tres son los ejes controvertidos en el debate mediático: la autoridad de aplicación (el quién la conforma es la clave a definir), el ingreso de las telefónicas al negocio de la caja boba y la revisión cada dos años de las licencias. Y sobre estos tres, para sonrisa del caballero y anécdota en la cartera de la dama, basta ver estos dos párrafos y entender la desinformación que cubre al asunto:

Dice Página/12 (viernes): “Los miembros de la conducción de la bancada oficialista ya están abocados, junto a técnicos del Comfer, a realizar modificaciones para darle mayor precisión al texto del proyecto e introducir algunos cambios en los temas más cuestionados por opositores y aliados: las características y composición de la autoridad de aplicación, ponerle límites al ingreso de las telefónicas al negocio de los medios de comunicación y modificar el artículo 40 sobre la revisión cada dos años de las licencias”.

Dice La Nación (viernes): “Gabriel Mariotto, dejó en claro que no aceptará modificaciones sustanciales en el proyecto y que mantendrá incólumes sus pilares: éstos son el dominio del Gobierno sobre la autoridad de aplicación de la norma, a cargo de adjudicar y prorrogar las licencias; el ingreso de las empresas telefónicas en el mercado audiovisual, y la drástica reducción de licencias que podrá tener un mismo dueño”.

(4) Cerca de la Revolución

Más allá del palabrerío, la buena nueva semanal es que después de tanto futurismo, se volvió al presente. En los pasados siete días no abundaron –contrariamente a lo que venía sucediendo en semanas previas- especulaciones presidenciales marca 2011. Tampoco rumores de renuncias y traiciones por la espalda. Quizás, la nota disonante la brindó Morales Solá, el miércoles, cuando se entusiasmó con Duhalde, Reutemann y la posibilidad de que el peronismo pierda las próximas elecciones. Con sus comentarios cerramos la columna semanal, para que recordando la palabra con C, reconsideremos sus apreciaciones:

"Reutemann tiene dos condiciones muy importantes: es honesto de cabo a rabo y sabe controlar la política de una manera propia y desconocida, pero la controla", explicó Duhalde entre íntimos. ¿No es demasiado tranquilo y sereno para la Argentina?, le preguntaron. "La Argentina necesita un período de descanso después de tantos años de saltos, de tumbos y de sorpresas", respondió.”