domingo, 30 de agosto de 2009

La semana pasada


(1) Cambio de Ánimo

La semana empezó con una actitud más relajada, y terminó mal. “Cambio de ánimo” había titulado Página/12 uno de los artículos publicados el lunes pasado en su edición impresa, en el que se comentaban las renovadas voluntades de la trouppe K: “Varias de las principales figuras del Gobierno sienten que están empezando a alejarse de a poco del incómodo lugar donde los dejó el resultado electoral del 28 de junio”. Al mismo tiempo, La Nación daba la buena noticia de bajas en las tasas que los bancos cobran por préstamos al consumo. La tormenta semanal, arrasó con esas novedades. Así, hoy domingo, Clarín retoma una hipótesis pre-electoral: la voluntad de Kirchner de sacar a Scioli de la gobernación bonaerense, llevarlo al Congreso, y dejar a Ballestrini como hombre de confianza y peso en ese bastión.

En la Vendetta K –según van der Kooy- también caerían Rossi y Pichetto, consecuencia del error parlamentario de hace unos días, donde el campo salía ganando algo que rápidamente perdería mediante el veto.

(2) Martes (ácido) de limón

“Que se la recontra metan en el medio del culo”. Así disparó Reutemann en las tapas del martes. Más allá de la discusión sobre la palabra con C (y la paradoja de un diario Popular que la escribe con puntos suspensivos), lo interesante de la frase fue la reinstalación del debate numérico: el 2011. Titulaba ese mismo día Ámbito Financiero: “Solá relanza 2011 tras vacío del `Lole´”; “PJ díscolo exhorta a De Narváez a definirse”; “Das Neves se relanza desde Piedra del Águila”. Tres encabezados más que representativos del sentir semanal… Ese mismo día, se especulaba con un alza de las retenciones al 45%.

(3) La ida y la vuelta

De alianzas está hecha la política, el candombe local. Nadie se sorprende con eso. Más bien, su volatilidad es la que despierta y hiere sensibilidades. Es así como, en sólo algunos meses, el periodismo se sorprendió con llamativas migraciones internas: del kirchnerismo, hacia fuera de él, y de fuera de él, a sus más profundos intestinos. Las llamadas fuerzas centrífugas y centrípetas, “tendencias de cada momento”, según marcaron los medios.

El clima pre-electoral vio marcharse altaneramente a varios: el mismísimo Reutemann, Romero, Solá, y tantos otros protagonistas del torrente de la “sangría del kirchernismo”. Pero como las hemorragias en algún momento cesan, la semana pasada fue el escenario de las vueltas. Comenzó el lunes con la pelea, y posterior ruptura, Latorre-Lole. Aunque el de la senadora no haya sido un camino explícito hacia las huestes K, varios periodistas lo tildaron de acercamiento encubierto. La reaparición de María del Carmen Alarcón, no dejó lugar a las dudas: otrora crítica, ahora funcionaria. De la Sota fue otro de los que se sumó al regreso, y sigue la lista.

Aunque el peso de los nombres no sea equiparable, simbólicamente, las idas y vueltas son un reflejo de las debilidades partidarias que hoy existen. Tal vez los resultados que el oficialismo consiguió en el Congreso sean un mejor reflejo de que la ida -aunque concreta- puede no ser tan fuerte.

(4) Parantes

El miércoles el veto se convirtió en un paro. Un paro “porque en el último año nunca hubo tanto malestar como ahora entre los productores rasos del campo con el gobierno de los Kirchner” (J. Morlaes Solá, La Nación, miércoles 26 de agosto). Y un paro al que “no le encuentro asidero –según A. Fernández-. Las medidas que tomamos van en sentido de lo que pidieron ellos en público y privado (por los integrantes de la Mesa de Enlace) y no se comprende el objetivo de un paro de estas características". El paro del desencuentro.

(5) Para terminar la semana

El jueves, Amado siguió volviendo al FMI, y en un camino sin definiciones, el ministro continuó por la senda de los que –también- retornan. Y ese mismo día se “presentó la ley para controlar a los medios”, donde Cristina, con “tono triunfalista” envió “el proyecto para amordazar a los medios” (Clarín, primero, luego La Razón, ambos titulares del viernes). Partes de una discusión que todavía, verdaderamente, no empezó.


(6) Fin de la cuestión

Adelantamos el término de estos siete días en el primer párrafo: rumores sobre las semanas siguientes. No hay semana que no vaticine, en algo, a la próxima. Las tensiones entre el poder ejecutivo y sus más cercanos representantes en el Congreso (Rossi y Pichetto) ilustran bastante bien las flaquezas del gobierno. Las declaraciones de Reutemann, hacen lo propio con la oposición. El paro del campo, sembrado entre dudas y especulaciones, presenta interrogantes sobre lo que se pretende cosechar. Hay, indudablemente, muchas dudas, dudas que crean rumores, rumores que se hacen debates, y debates que no siempre tienen una resolución. Pasó una semana de muchas dudas y fútbol abiertamente gratis. Mañana empieza otra.

Novedad

No es una gran novedad periodística, pero no por ello con menos gratitud inauguramos un nuevo segmento del blog: la columna semanal de opinión y revisión política, a titularse "La semana pasada". Cada siete días, este pequeño segmente intentará repasar -y recordar- lo acontecido en el maravilloso mundo político y económico nacional. Para felicidad de algunos, y tristeza de otros. Con ustedes, un poco más arriba, la primera versión.

jueves, 13 de agosto de 2009

OH FUCK!

Una frase que resume, un tanto, las conocidas controversias de la querida ciencia económica:

"SIR – When I considered taking a degree in economics almost 50 years ago, I was told that the exam questions would be the same from year to year, but that the correct answers would differ each year. I decided instead to become an engineer.
Tony Hays
San Clemente, California "

El ignoto firmante es un simple lector del Economist, en la sección cartas de lectores de la semana pasada. Después, la ciencia inspira tapas como la que vemos un poco más arriba. Divertidas.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Fuga y misterio

No fue sólo el crecimiento a tasas chinas el que quedó dentro de la cajita de buenos recuerdos del período 2003-2008: con la crisis también desapareció el tibio consenso sobre el rumbo, causas y consecuencias de nuestra querida coyuntura. Históricamente, siempre ha costado explicar las crisis, y mucho más, cohesionar pensamientos para encontrar soluciones a las mismas.


En este marco de cuadro de museo, la fuga de capitales es una de las cuestiones que mediáticamente despertó mayor interés entre los suspicaces periodistas locales, llegando así al televisor hogareño de cada argentino. Intuyo que muchas amas de casas, preocupadas por cómo “la plata se escapa del país”, ignoran que al comprar unos verdes contribuyen ellas mismas con la tendencia que tanto las aterra. Pero, más allá de lo colorido de ese detalle, lo verdaderamente preocupante, pienso, es la falta de una respuesta articulada por parte de los que sí saben de economía. Escuchemos algunas voces, y veamos la forma en que un enfoque particular magnifica o descalifica el temita de la fuga.

(1)

Empecemos con el economista José María Fanelli, quien resume la actual situación económica argentina de esta forma:

“Nótese lo siguiente: hoy la Argentina tiene un nivel de pobreza y desocupación creciente porque el nivel de actividad es bajo; el nivel de actividad es bajo porque la demanda cae; la demanda cae porque los sectores con capacidad de ahorro no gastan y compran dólares; los dólares están disponibles porque se importa poco y se importa poco porque el nivel de actividad es bajo. Conclusión: los sectores de menores recursos se quedan sin empleo y caen en la pobreza porque hay que conseguir los dólares que necesitan los sectores más pudientes para colocar su ahorro en un mundo incierto. Esto no lo desea nadie. Pero no por eso deja de ocurrir.”

Sencillo: el cimiento de la crisis está en la desconfianza, y quien no confía, ahorra, en dólares. Si se ahorra más, se consume menos. Ergo: cae la actividad y deviene la crisis. Solucionamos el embrollo si el gobierno marca un norte claro, conciso, y al pie.

(2)

Sigamos. Escuchemos ahora la opinión de Claudio Casparrino, Investigador del Cefid-AR:

“Si la fuga es una señal sobre las políticas públicas, ésta emana de un sector cuya ubicación particular respecto de las regulaciones estatales no puede equipararse con los destinos e intereses del pueblo ni de la Nación.”

En esencia, podríamos identificar este argumento con el de Fanelli, haciendo un simple supuesto: el “sector de ubicación particular” es el sector con posibilidades de ahorro. No obstante, se trata sólo de una apariencia, que desaparece al entender ciertas sutilezas, las que permiten ver lo opuestas que están las visiones. En la hipótesis de Casparrino la fuga pasa a ser algo menor: dado que representa la voluntad de sectores concentrados, no es necesario preocuparse por ella, sino simplemente reprimirla. No es la fuga un termómetro capaz de marcar el ritmo de la economía, es un reflejo de deseos particulares, lejos de ser equiparable con el deseo social. Solución: más Estado y menos oídos para los que acaparan dólares.

(3)

Pasemos ahora a Gustavo A. Murga, investigador y docente del Grupo Luján, UNLU y UBA. Él nos cuenta la siguiente historia:

“La preferencia por la liquidez en moneda extranjera ante el primer atisbo de incertidumbre, es una muestra de que aún existe en la mentalidad del agente económico la consigna clara de que el que apuesta al dólar gana, aún ante la pérdida social y económica que ello conllevó históricamente (devaluación, inflación, caída del salario real, etc.).”

Murga deja el vanagloriado “clima de confianza” en un segundo plano y afirma que un comportamiento especulativo (construido en base a experiencias pasadas) se esconde detrás de la fuga. Todos quieren ganar, no importa cómo, por lo que especulan emulando encontrarse en un casino.

(4)

Para concluir este largo derrotero, veamos un poco lo que anda diciendo Claudio Lozano, diputado nacional y economista:


"Nos parece una barbaridad que se utilicen reservas para pagar deuda, y se resistan otros tipos de propuestas como es aplicar una porción de reservas para realizar una asignación por hijos, sacar a las familias de la pobreza y activar la capacidad adquisitiva de los sectores populares. (…) Esos recursos de las reservas deberían utilizarse para generar un Shock de inversiones básicamente en infraestructura energética –recuperando YPF-, en transporte –fundamentalmente volviendo a activar desde el Estado el ferrocarril argentino -, e impulsando la modernización industrial y del sector agro-industrial".

Otro mundo. No importan en el argumento la desconfianza, ni la actitud de ciertas clases, ni el comportamiento especulativo. La crisis es sólo de demanda, la falta de demanda es consecuencia de quién sabe qué, y la misma se soluciona gastando reservas (lo que desde una mirada algo diferente llevaría a mayores incertidumbres, y una profundización de los comportamientos especulativos).
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Con un poco de detenimiento, se pueden ver en los párrafos citados visiones totalmente distintas de una misma realidad. Distintas fugas, para distintos gustos. Es así que cuesta explicar una crisis. Es así que cuesta encontrar soluciones para una crisis. Cae como un fruto directo la facilidad con la que se otorgan culpas y se entronan salvadores. Abundan soluciones cuando oscila la economía y falta claridad. En el medio, cada interesado lleva agua a su molino: la confianza se recupera beneficiando a ciertos actores económicos, las barreras financieras se aplican perjudicando a otros. Es así como también el uso de las reservas necesita, a priori, decidir en qué gastarlas, con el consecuente rédito político para quien lo decida.

La fuga incrementa el misterio. Y se vuelve como el lado oscuro de la luna. Hay que ver quién puede conquistarlo.

lunes, 10 de agosto de 2009

Escuchá, Amado, y prendé el velador

Sobran soluciones hipotéticas para arreglar la triste situación del INDEC. Cada opinólogo hace de su voz una solución. Pero el Economist, casi sin quererlo, hoy nos presenta una salida un tanto más esotérica, pero no menos realista que las escuchadas día a día, al menos en lo referente a la medición del crecimiento (cuestión también cuestionada). La idea es utilizar imágenes satelitales nocturnas de los países para tomar como referencia de la actividad económica de las diferentes regiones del globo. ¿Cómo? Con la foto en mano afinamos la vista y decimos: a mayor luz más actividad. Simple. Cuantificamos esa intensidad de luz, y la usamos luego para ajustar las mediciones tradicionales del PBI:

"In a new working paper, Vernon Henderson, Adam Storeygard and David Weil of Brown University suggest an alternative source of data: outer space. In particular they track changes in the intensity of artificial light over a country at night, which should increase with incomes. American military weather satellites collect these data every night for the entire world. "

Pensada originalmente para los países africanos (donde, según el artículo, las estadísticas son malas, "much of this is due to the underfunding and overstretching of their statistical agencies"), la técnica pareciera haber funcionado:

"Take Myanmar’s economy, which grew at an official but improbable 8.3% a year in the ten years to 2003; adjusting for brightness suggests a more modest 5.8%. But night-light data suggest that official figures may be understating growth in places like Tajikistan or the Congo, perhaps because of rising informal economic activity. "

Se me ocurre que los cuellos de botella energéticos, con esta técnica, se volverían una inquietud mayor para los políticos. También dejar prendidas ciertas luces de ciertos ministerios. Cosas que pasan.

domingo, 2 de agosto de 2009

Cambia, todo cambia

Años de mucho consumo, seguidos de años -los que vienen- de mayor frugalidad. Así se vive en América.

Politiquerías

Nuestro ex-minister Martín Lousteau decía el otro día en “Palabras más, palabras menos” que una buena negociación era sólo aquella donde todas las partes involucradas perdían algo. Y en época de negociaciones estamos, por lo que creo que es una buena oportunidad para internarse en el tema.


En ese sentido, me resultaron curiosos algunos extractos de La Nación y The Economist de los últimos días, donde se hacía referencia al diálogo, el presidencialismo, y las negociaciones en la Argentina, Estados Unidos y España. Todo inclinado, obviamente, hacia las consecuencias de estas cuestiones sobre el devenir económico. Veamos.

Cuando el gobierno anunció que "recortaría los superpoderes" y sólo le permitiría al Jefe de Gabinete reasignar partidas con un tope del 5% del presupuesto (idéntico a lo que sucede en la Capital Federal), Joaquín Morales Solá nos decía esto:

"¿Quién le ha dado al jefe capitalino la potestad de certificar lo que es correcto o incorrecto en el gobierno de las cuestiones públicas? Un ejemplo contrario podría desarmar los argumentos de Cristina Kirchner y de Macri.


Vamos a él: Barack Obama asumió la presidencia de los Estados Unidos cuando no sabía si su país estaba ingresando en otra Gran Depresión. El flamante presidente norteamericano confeccionó un paquete de medidas excepcionales y lo envió al Congreso para su aprobación. Nunca pidió facultades especiales y los legisladores lo obligaron a negociar, a explicar y a ceder. Era el mejor momento político de Obama como líder de su país y del mundo."

Sin embargo -paradojas argumentativas mediante-, la actitud republicana de Obama que Morales Solá ve como un logro, el Economist la tilda de flaqueza:

"A president plainly should not ignore Congress. But Mr Obama has veered to the opposite extreme. Although he has a White House stuffed full of first-rate policy wonks, he has repeatedly subcontracted the big decisions—the $787 billion stimulus bill, cap-and-trade, health reform—to the Democratic leadership in Congress. At times Mr Obama’s role has seemed limited to deploying his teleprompter-driven oratory to sell whatever Congress proposes to the public, even before it is clear what exactly those proposals amount to."

La distancia, innegablemente, hace ver en los defectos que algunos marcan, los ejemplos a seguir en tierras propias.

El tercer artículo en cuestión -también del Economist- aborda la crítica situación económica de España. Se argumenta ahí que la negociadora actitud de Zapatero lo condujo a tener un gobierno muy resistente a la marea de la crisis, pero que sus tratos han sido contrarios a las posibilidades de revertir los números rojos que aquejan esos lares (qué más explícito que el título de la nota: "When good politics is bad economics"). Cuentan:

"In clearing his desk, Mr Zapatero pulled off a couple of deals that will shore up his position. First, he clinched an agreement over changes to the financing of Spain’s autonomous regional governments (see article). This will give more money to Catalonia, and should earn him the backing of Catalan nationalist parties for the budget vote in parliament in the autumn. Without their support, the budget might bring down his government, since his party lacks a parliamentary majority. Second, he sided with the trade unions to block demands from business leaders to reform Spain’s two-tier labour market. That has seen off the risk of a general strike."

La casa gana (o, lo mismo, pierden todos). No hay negociación en la que todos ganen y salgan contentos. Tal vez, como dijo Martín, eso esté en la esencia de negociar. Pero en épocas de diálogo, como las actuales, es bueno tenerlo en mente.