La economía es una ciencia llena de reproches. Y es en tiempos de crisis donde las malas previsiones hacen nacer a las críticas a dos voces. Que la caída en el ritmo de crecimiento de la economía argentina se podía ver venir, es cierto. Una economía que crece al 8% anual, probablemente, desacelere esa tasa con el tiempo. Pero que el frenazo iba a ser como el que estamos viviendo, pocos lo hubiesen pensado.
Basta ver la serie del REM (Relevamiento de Expectativas de Mercado del Banco Central) de proyecciones para el crecimiento del PBI argentino en 2009, para darse cuenta de lo que decimos. En marzo del 2008, el promedio de las estimaciones de crecimiento para el 2009 era de 6% (este dato surge de las proyecciones de más de 20 consultoras, bancos y universidad argentinas). Y dado que la mediana de esa variable también tenía ese valor, eso quiere decir que, en general, los participantes del relevamiento del BCRA pensaban en un crecimiento para el 2009 más que interesante. A partir de ese momento, todo fue cuesta abajo.
El conflicto del campo se ve en las proyecciones de abril, mayo y junio. Un menor crecimiento en ese momento sin dudas llevaría a un menor crecimiento del 2009: de 6% pasa a 5,5%. Sin embargo, es a partir de agosto cuando la crisis mundial comienza a derribar expectativas, y llevar por un tobogán al crecimiento local. En diciembre el dato se estabiliza en 2%, una coincidencia que duró poco, y que ahora está por debajo de 1%.
Una última cuestión: la diferencia sustancial entre media y mediana de los últimos meses (la distancia entre la línea azúl y roja) da cuenta de la mayor incertidumbre que se vive en estos días. En un contexto donde hasta las cifras de PBI del INDEC están en duda, proyectar es aún más complicado.
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