sábado, 12 de septiembre de 2009

La semana pasada III


(1) Oponiéndose


Como las hay semanas oficialistas, la pasada fue una semana de la oposición. Los títulos, los debates y la iniciativa lo demostraron: fueron la mayoría. Es difícil para un gobierno, sino imposible, mantenerse constantemente sobre el pedestal que atrae la atención de todo el mundo, ese pequeño escalón, por el contrario, va rotando de dueño.


“Toda la oposición da por terminado el diálogo político”, titulaba Clarín el lunes, haciendo a aquella ganadora del sorteo cara-o-seca para el puntapié semanal. Complementando esta caracterización del devenir noticioso opositor, las denuncias tomaron un rol preponderante a lo largo de los siete días (rasgo propio de una oposición que se infla). “Los Kirchner utilizan una lujosa flota aérea paralela”, decía La Nación, también el lunes.


(2) Medicando los dolores

El martes y el miércoles fueron días de remedios y dolores de cabeza. El escándalo de los medicamentos adulterados comenzó a expandirse, y como una raíz que, antes oculta, ahora va levantando baldosas de la vereda, se fue llevando funcionarios del gobierno provincial consigo (con esperables rumores de renuncia del ministro de salud de la provincia, Claudio Zin). La lectura política del hecho, que es la que aquí nos interesa, fue la de un oficialismo que al estar debilitándose no puede detener su desgaste. Decía Eduardo van der Kooy en su columna del martes en relación a Oyarbide, quien se encarga de la causa: “Los jueces, quizás antes que la propia sociedad, siempre advierten cuándo despunta un crepúsculo político”.


(3) Día de estrenos

El jueves indudablemente fue el partido de la fecha. Tres cosas altamente resonantes ocurrieron en esas 24 horas, y sin Jack Bauer de por medio. Primero, se anunciaron reintegros a las exportaciones de maíz y trigo. Segundo, la oposición logró reunirse para oponerse a la ley de Medios, en un convite especial auspiciado por la vicepresidencia de la Nación. Tercero, “la AFIP montó un operativo intimidatorio en Clarín” (según las alarmadas letras del Gran diario argentino). Por partes las partes.

La historia del campo se inició el miércoles. Ese día se difundió que el gobierno retornaba otra vez a la idea de reunirse y negociar con los ruralistas (iniciativa que se había gestado el domingo con llamadas de Fernández a la Mesa de Enlace). Aunque las especulaciones de un encuentro antes del fin de semana no se cumplieron, sí se plasmó otra hipótesis: los representantes del campo no iban a legitimar con su cuerpo los anuncios gubernamentales. Es así que, pese a las invitaciones, el jueves no hubo representantes del cuarteto en el lugar donde Cristina comentó la eliminación (mediante un sistema de compensaciones) de las retenciones a las exportaciones de trigo y maíz de los pequeños productores.

La reunión del jueves fue, antes que nada, una gran foto: Cobos, Macri, De Narváez, Sanz, Aguad y Michetti, sentados unos al lado de los otros. De todas formas, su exigua duración, de aproximadamente media hora, fue suficiente para solicitarle al presidente del Senado “que garantice un debate (de la ley de medios) en tiempos razonables”. Asimismo, se dejó en claro que cuando asuman los nuevos diputados se revisarán todas las normas aprobadas después del 28 de junio por el congreso, y en especial, y de aprobarse, la de radiodifusión (afirmación un tanto curiosa, ya que no se refiere en nada a lo hecho previamente por la cámara, y por la razón de que varias de estas personas son actualmente diputados).

Para completar la lista de créditos en el rubro presidenciables, hubo declaraciones de Reutemann y Solá, quienes no asistieron pero apoyaron: “ `Reutemann hizo llegar su voz:"Esta ley debe tener legalidad pero también legitimidad, es decir que es imprescindible que pueda ser tratada en este período, pero votada con la legitimidad que le otorgarían los representantes elegidos el 28 de junio´". Para no quedar afuera, Carrió también se expresó, aunque solamente sobre la actitud de Cleto y de forma poco benévolamente: "Es un riesgo institucional que el vicepresidente de la Nación se reúna con la oposición".

De los tres, el tercero fue el hecho más colorido, pero probablemente el de menor contenido. La “visita” de los inspectores de la AFIP a Clarín tuvo una implicancia altamente simbólica y con muy mala recepción social. Es así que varios funcionarios de ese organismo fueron echados (y la renuncia del mismísimo Echegaray aún está en duda). No obstante, las consecuencias tangibles de la misma no llegaron muy lejos. Sin embargo, Joaquín Morales Solá aprovechó la ocasión para seguir profundizando su tesis chavista y alertar una vez más a la sociedad de la avanzada roja: “Nunca tantos parecidos con Caracas”, tituló su columna del viernes.

(4) Joda, joda, joda

El viernes las cuestiones mencionadas siguieron rebotando sin tener nuevas aristas. Evidentemente, Cobos recibió críticas muy fuertes por sus actividades opositoras. Fernández, Rossi y Balestrini le reclamaron la renuncia y reiteraron lo del paso “al costado”. A esto, Cobos respondió –cual héroe nacional- que "lo más fácil sería renunciar" y que es “un ser humano que está lleno de sentimientos, de pasiones; no un robot". Pocas novedades, más allá de una inflación que, aunque sube, a nadie contenta: 0,8%.

No obstante, entre tantas noticias también hubo color, teñido de guiño. Es que, paradójico o no, el viernes Clarín dio a conocer los resultados de un concurso de fotografía periodística que organizó. La foto ganadora (¿idílico paisaje?), resultó ser -tal cual lo describe el epígrafe del diario- la que “muestra a un grupo de kirchneristas llorando tras el voto no positivo de Cobos”. Casualidades del destino.

sábado, 5 de septiembre de 2009

La semana pasada II

(1) Mañanas campestres


Esta semana el campo hizo poca tapa. Y poca tapa implica tanto como un olvido. Y antes del olvido, las cosas se van diluyendo. “Ya no es lo que era la protesta ruralista”, titulaba Página/12 el martes, coloreando parte del lienzo de las portadas de diarios. Al mismo tiempo, Buzzi decía que de prolongarse la protesta “podría seguir habiendo acatamiento, pero nos pone a todos en una situación de irracionalidad muy alta”. A otra cosa tractorazo, y el campo vuelve a sentarse y negociar. “Terminó el paro, pero sigue la tensión”, tituló La Nación el sábado, donde dejó expuesta abiertamente la idea de que hasta diciembre habrá mucho ruido y pocas nueces.

(2) Sobredosis de TV

Por ello, donde no hubo campo, hubo Ley de Radiodifusión. Y donde hubo Ley de Radiodifusión -¿será necesario explicitarlo?- hubo confusión mediática. “Aceptan negociar cambios en la ley de radiodifusión” (tapa de La Nación, martes); “El titular del COMFER transmitió (…) una directiva que nació en Olivos: `La ley de Radiodifusión hay que votarla como está´” (Clarín, miércoles); “Cristina: `Seguro habrá cambios en el proyecto de Radiodifusión´” (El Cronista, miércoles). Dichos y desdichos: hipótesis.

Las palabras dedicadas al tema, cuando la prensa es el blanco del asunto, indudablemente son muchas. Tantas y tan diversas, que en su columna del miércoles en Clarín van der Kooy llegó a especular –excéntricamente- con algo parecido a un cacerolazo: “Rossi supone que la efervescencia social de aquellos días (los de la 125) no se repetiría ahora con la ley contra los medios. Pero ese mismo cálculo falló antes: tampoco el jefe del bloque imaginó que el conflicto con el campo llegaría al punto que llegó”.

El mismísimo Cobos –hombre de tan pocas palabra como Reutemann- participó del convite mediático. “Esta ley es fundamental y no hay que apurarse para sacarla”, dijo el jueves (con la consecuente repercusión de la tapa de Clarín del viernes). Y añadió un condimento llamativo: “La ley debe hacerse con el aporte del actual Congreso y tiene que tener resolución con los que asuman en diciembre”. Indudablemente, los legisladores, para Julio Cleto, deberían trabajar a medias en lo que les queda de mandato: discutir sí, votar no.

(3) Palabras más, palabras menos


Tres son los ejes controvertidos en el debate mediático: la autoridad de aplicación (el quién la conforma es la clave a definir), el ingreso de las telefónicas al negocio de la caja boba y la revisión cada dos años de las licencias. Y sobre estos tres, para sonrisa del caballero y anécdota en la cartera de la dama, basta ver estos dos párrafos y entender la desinformación que cubre al asunto:

Dice Página/12 (viernes): “Los miembros de la conducción de la bancada oficialista ya están abocados, junto a técnicos del Comfer, a realizar modificaciones para darle mayor precisión al texto del proyecto e introducir algunos cambios en los temas más cuestionados por opositores y aliados: las características y composición de la autoridad de aplicación, ponerle límites al ingreso de las telefónicas al negocio de los medios de comunicación y modificar el artículo 40 sobre la revisión cada dos años de las licencias”.

Dice La Nación (viernes): “Gabriel Mariotto, dejó en claro que no aceptará modificaciones sustanciales en el proyecto y que mantendrá incólumes sus pilares: éstos son el dominio del Gobierno sobre la autoridad de aplicación de la norma, a cargo de adjudicar y prorrogar las licencias; el ingreso de las empresas telefónicas en el mercado audiovisual, y la drástica reducción de licencias que podrá tener un mismo dueño”.

(4) Cerca de la Revolución

Más allá del palabrerío, la buena nueva semanal es que después de tanto futurismo, se volvió al presente. En los pasados siete días no abundaron –contrariamente a lo que venía sucediendo en semanas previas- especulaciones presidenciales marca 2011. Tampoco rumores de renuncias y traiciones por la espalda. Quizás, la nota disonante la brindó Morales Solá, el miércoles, cuando se entusiasmó con Duhalde, Reutemann y la posibilidad de que el peronismo pierda las próximas elecciones. Con sus comentarios cerramos la columna semanal, para que recordando la palabra con C, reconsideremos sus apreciaciones:

"Reutemann tiene dos condiciones muy importantes: es honesto de cabo a rabo y sabe controlar la política de una manera propia y desconocida, pero la controla", explicó Duhalde entre íntimos. ¿No es demasiado tranquilo y sereno para la Argentina?, le preguntaron. "La Argentina necesita un período de descanso después de tantos años de saltos, de tumbos y de sorpresas", respondió.”

domingo, 30 de agosto de 2009

La semana pasada


(1) Cambio de Ánimo

La semana empezó con una actitud más relajada, y terminó mal. “Cambio de ánimo” había titulado Página/12 uno de los artículos publicados el lunes pasado en su edición impresa, en el que se comentaban las renovadas voluntades de la trouppe K: “Varias de las principales figuras del Gobierno sienten que están empezando a alejarse de a poco del incómodo lugar donde los dejó el resultado electoral del 28 de junio”. Al mismo tiempo, La Nación daba la buena noticia de bajas en las tasas que los bancos cobran por préstamos al consumo. La tormenta semanal, arrasó con esas novedades. Así, hoy domingo, Clarín retoma una hipótesis pre-electoral: la voluntad de Kirchner de sacar a Scioli de la gobernación bonaerense, llevarlo al Congreso, y dejar a Ballestrini como hombre de confianza y peso en ese bastión.

En la Vendetta K –según van der Kooy- también caerían Rossi y Pichetto, consecuencia del error parlamentario de hace unos días, donde el campo salía ganando algo que rápidamente perdería mediante el veto.

(2) Martes (ácido) de limón

“Que se la recontra metan en el medio del culo”. Así disparó Reutemann en las tapas del martes. Más allá de la discusión sobre la palabra con C (y la paradoja de un diario Popular que la escribe con puntos suspensivos), lo interesante de la frase fue la reinstalación del debate numérico: el 2011. Titulaba ese mismo día Ámbito Financiero: “Solá relanza 2011 tras vacío del `Lole´”; “PJ díscolo exhorta a De Narváez a definirse”; “Das Neves se relanza desde Piedra del Águila”. Tres encabezados más que representativos del sentir semanal… Ese mismo día, se especulaba con un alza de las retenciones al 45%.

(3) La ida y la vuelta

De alianzas está hecha la política, el candombe local. Nadie se sorprende con eso. Más bien, su volatilidad es la que despierta y hiere sensibilidades. Es así como, en sólo algunos meses, el periodismo se sorprendió con llamativas migraciones internas: del kirchnerismo, hacia fuera de él, y de fuera de él, a sus más profundos intestinos. Las llamadas fuerzas centrífugas y centrípetas, “tendencias de cada momento”, según marcaron los medios.

El clima pre-electoral vio marcharse altaneramente a varios: el mismísimo Reutemann, Romero, Solá, y tantos otros protagonistas del torrente de la “sangría del kirchernismo”. Pero como las hemorragias en algún momento cesan, la semana pasada fue el escenario de las vueltas. Comenzó el lunes con la pelea, y posterior ruptura, Latorre-Lole. Aunque el de la senadora no haya sido un camino explícito hacia las huestes K, varios periodistas lo tildaron de acercamiento encubierto. La reaparición de María del Carmen Alarcón, no dejó lugar a las dudas: otrora crítica, ahora funcionaria. De la Sota fue otro de los que se sumó al regreso, y sigue la lista.

Aunque el peso de los nombres no sea equiparable, simbólicamente, las idas y vueltas son un reflejo de las debilidades partidarias que hoy existen. Tal vez los resultados que el oficialismo consiguió en el Congreso sean un mejor reflejo de que la ida -aunque concreta- puede no ser tan fuerte.

(4) Parantes

El miércoles el veto se convirtió en un paro. Un paro “porque en el último año nunca hubo tanto malestar como ahora entre los productores rasos del campo con el gobierno de los Kirchner” (J. Morlaes Solá, La Nación, miércoles 26 de agosto). Y un paro al que “no le encuentro asidero –según A. Fernández-. Las medidas que tomamos van en sentido de lo que pidieron ellos en público y privado (por los integrantes de la Mesa de Enlace) y no se comprende el objetivo de un paro de estas características". El paro del desencuentro.

(5) Para terminar la semana

El jueves, Amado siguió volviendo al FMI, y en un camino sin definiciones, el ministro continuó por la senda de los que –también- retornan. Y ese mismo día se “presentó la ley para controlar a los medios”, donde Cristina, con “tono triunfalista” envió “el proyecto para amordazar a los medios” (Clarín, primero, luego La Razón, ambos titulares del viernes). Partes de una discusión que todavía, verdaderamente, no empezó.


(6) Fin de la cuestión

Adelantamos el término de estos siete días en el primer párrafo: rumores sobre las semanas siguientes. No hay semana que no vaticine, en algo, a la próxima. Las tensiones entre el poder ejecutivo y sus más cercanos representantes en el Congreso (Rossi y Pichetto) ilustran bastante bien las flaquezas del gobierno. Las declaraciones de Reutemann, hacen lo propio con la oposición. El paro del campo, sembrado entre dudas y especulaciones, presenta interrogantes sobre lo que se pretende cosechar. Hay, indudablemente, muchas dudas, dudas que crean rumores, rumores que se hacen debates, y debates que no siempre tienen una resolución. Pasó una semana de muchas dudas y fútbol abiertamente gratis. Mañana empieza otra.

Novedad

No es una gran novedad periodística, pero no por ello con menos gratitud inauguramos un nuevo segmento del blog: la columna semanal de opinión y revisión política, a titularse "La semana pasada". Cada siete días, este pequeño segmente intentará repasar -y recordar- lo acontecido en el maravilloso mundo político y económico nacional. Para felicidad de algunos, y tristeza de otros. Con ustedes, un poco más arriba, la primera versión.

jueves, 13 de agosto de 2009

OH FUCK!

Una frase que resume, un tanto, las conocidas controversias de la querida ciencia económica:

"SIR – When I considered taking a degree in economics almost 50 years ago, I was told that the exam questions would be the same from year to year, but that the correct answers would differ each year. I decided instead to become an engineer.
Tony Hays
San Clemente, California "

El ignoto firmante es un simple lector del Economist, en la sección cartas de lectores de la semana pasada. Después, la ciencia inspira tapas como la que vemos un poco más arriba. Divertidas.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Fuga y misterio

No fue sólo el crecimiento a tasas chinas el que quedó dentro de la cajita de buenos recuerdos del período 2003-2008: con la crisis también desapareció el tibio consenso sobre el rumbo, causas y consecuencias de nuestra querida coyuntura. Históricamente, siempre ha costado explicar las crisis, y mucho más, cohesionar pensamientos para encontrar soluciones a las mismas.


En este marco de cuadro de museo, la fuga de capitales es una de las cuestiones que mediáticamente despertó mayor interés entre los suspicaces periodistas locales, llegando así al televisor hogareño de cada argentino. Intuyo que muchas amas de casas, preocupadas por cómo “la plata se escapa del país”, ignoran que al comprar unos verdes contribuyen ellas mismas con la tendencia que tanto las aterra. Pero, más allá de lo colorido de ese detalle, lo verdaderamente preocupante, pienso, es la falta de una respuesta articulada por parte de los que sí saben de economía. Escuchemos algunas voces, y veamos la forma en que un enfoque particular magnifica o descalifica el temita de la fuga.

(1)

Empecemos con el economista José María Fanelli, quien resume la actual situación económica argentina de esta forma:

“Nótese lo siguiente: hoy la Argentina tiene un nivel de pobreza y desocupación creciente porque el nivel de actividad es bajo; el nivel de actividad es bajo porque la demanda cae; la demanda cae porque los sectores con capacidad de ahorro no gastan y compran dólares; los dólares están disponibles porque se importa poco y se importa poco porque el nivel de actividad es bajo. Conclusión: los sectores de menores recursos se quedan sin empleo y caen en la pobreza porque hay que conseguir los dólares que necesitan los sectores más pudientes para colocar su ahorro en un mundo incierto. Esto no lo desea nadie. Pero no por eso deja de ocurrir.”

Sencillo: el cimiento de la crisis está en la desconfianza, y quien no confía, ahorra, en dólares. Si se ahorra más, se consume menos. Ergo: cae la actividad y deviene la crisis. Solucionamos el embrollo si el gobierno marca un norte claro, conciso, y al pie.

(2)

Sigamos. Escuchemos ahora la opinión de Claudio Casparrino, Investigador del Cefid-AR:

“Si la fuga es una señal sobre las políticas públicas, ésta emana de un sector cuya ubicación particular respecto de las regulaciones estatales no puede equipararse con los destinos e intereses del pueblo ni de la Nación.”

En esencia, podríamos identificar este argumento con el de Fanelli, haciendo un simple supuesto: el “sector de ubicación particular” es el sector con posibilidades de ahorro. No obstante, se trata sólo de una apariencia, que desaparece al entender ciertas sutilezas, las que permiten ver lo opuestas que están las visiones. En la hipótesis de Casparrino la fuga pasa a ser algo menor: dado que representa la voluntad de sectores concentrados, no es necesario preocuparse por ella, sino simplemente reprimirla. No es la fuga un termómetro capaz de marcar el ritmo de la economía, es un reflejo de deseos particulares, lejos de ser equiparable con el deseo social. Solución: más Estado y menos oídos para los que acaparan dólares.

(3)

Pasemos ahora a Gustavo A. Murga, investigador y docente del Grupo Luján, UNLU y UBA. Él nos cuenta la siguiente historia:

“La preferencia por la liquidez en moneda extranjera ante el primer atisbo de incertidumbre, es una muestra de que aún existe en la mentalidad del agente económico la consigna clara de que el que apuesta al dólar gana, aún ante la pérdida social y económica que ello conllevó históricamente (devaluación, inflación, caída del salario real, etc.).”

Murga deja el vanagloriado “clima de confianza” en un segundo plano y afirma que un comportamiento especulativo (construido en base a experiencias pasadas) se esconde detrás de la fuga. Todos quieren ganar, no importa cómo, por lo que especulan emulando encontrarse en un casino.

(4)

Para concluir este largo derrotero, veamos un poco lo que anda diciendo Claudio Lozano, diputado nacional y economista:


"Nos parece una barbaridad que se utilicen reservas para pagar deuda, y se resistan otros tipos de propuestas como es aplicar una porción de reservas para realizar una asignación por hijos, sacar a las familias de la pobreza y activar la capacidad adquisitiva de los sectores populares. (…) Esos recursos de las reservas deberían utilizarse para generar un Shock de inversiones básicamente en infraestructura energética –recuperando YPF-, en transporte –fundamentalmente volviendo a activar desde el Estado el ferrocarril argentino -, e impulsando la modernización industrial y del sector agro-industrial".

Otro mundo. No importan en el argumento la desconfianza, ni la actitud de ciertas clases, ni el comportamiento especulativo. La crisis es sólo de demanda, la falta de demanda es consecuencia de quién sabe qué, y la misma se soluciona gastando reservas (lo que desde una mirada algo diferente llevaría a mayores incertidumbres, y una profundización de los comportamientos especulativos).
---

Con un poco de detenimiento, se pueden ver en los párrafos citados visiones totalmente distintas de una misma realidad. Distintas fugas, para distintos gustos. Es así que cuesta explicar una crisis. Es así que cuesta encontrar soluciones para una crisis. Cae como un fruto directo la facilidad con la que se otorgan culpas y se entronan salvadores. Abundan soluciones cuando oscila la economía y falta claridad. En el medio, cada interesado lleva agua a su molino: la confianza se recupera beneficiando a ciertos actores económicos, las barreras financieras se aplican perjudicando a otros. Es así como también el uso de las reservas necesita, a priori, decidir en qué gastarlas, con el consecuente rédito político para quien lo decida.

La fuga incrementa el misterio. Y se vuelve como el lado oscuro de la luna. Hay que ver quién puede conquistarlo.

lunes, 10 de agosto de 2009

Escuchá, Amado, y prendé el velador

Sobran soluciones hipotéticas para arreglar la triste situación del INDEC. Cada opinólogo hace de su voz una solución. Pero el Economist, casi sin quererlo, hoy nos presenta una salida un tanto más esotérica, pero no menos realista que las escuchadas día a día, al menos en lo referente a la medición del crecimiento (cuestión también cuestionada). La idea es utilizar imágenes satelitales nocturnas de los países para tomar como referencia de la actividad económica de las diferentes regiones del globo. ¿Cómo? Con la foto en mano afinamos la vista y decimos: a mayor luz más actividad. Simple. Cuantificamos esa intensidad de luz, y la usamos luego para ajustar las mediciones tradicionales del PBI:

"In a new working paper, Vernon Henderson, Adam Storeygard and David Weil of Brown University suggest an alternative source of data: outer space. In particular they track changes in the intensity of artificial light over a country at night, which should increase with incomes. American military weather satellites collect these data every night for the entire world. "

Pensada originalmente para los países africanos (donde, según el artículo, las estadísticas son malas, "much of this is due to the underfunding and overstretching of their statistical agencies"), la técnica pareciera haber funcionado:

"Take Myanmar’s economy, which grew at an official but improbable 8.3% a year in the ten years to 2003; adjusting for brightness suggests a more modest 5.8%. But night-light data suggest that official figures may be understating growth in places like Tajikistan or the Congo, perhaps because of rising informal economic activity. "

Se me ocurre que los cuellos de botella energéticos, con esta técnica, se volverían una inquietud mayor para los políticos. También dejar prendidas ciertas luces de ciertos ministerios. Cosas que pasan.

domingo, 2 de agosto de 2009

Cambia, todo cambia

Años de mucho consumo, seguidos de años -los que vienen- de mayor frugalidad. Así se vive en América.

Politiquerías

Nuestro ex-minister Martín Lousteau decía el otro día en “Palabras más, palabras menos” que una buena negociación era sólo aquella donde todas las partes involucradas perdían algo. Y en época de negociaciones estamos, por lo que creo que es una buena oportunidad para internarse en el tema.


En ese sentido, me resultaron curiosos algunos extractos de La Nación y The Economist de los últimos días, donde se hacía referencia al diálogo, el presidencialismo, y las negociaciones en la Argentina, Estados Unidos y España. Todo inclinado, obviamente, hacia las consecuencias de estas cuestiones sobre el devenir económico. Veamos.

Cuando el gobierno anunció que "recortaría los superpoderes" y sólo le permitiría al Jefe de Gabinete reasignar partidas con un tope del 5% del presupuesto (idéntico a lo que sucede en la Capital Federal), Joaquín Morales Solá nos decía esto:

"¿Quién le ha dado al jefe capitalino la potestad de certificar lo que es correcto o incorrecto en el gobierno de las cuestiones públicas? Un ejemplo contrario podría desarmar los argumentos de Cristina Kirchner y de Macri.


Vamos a él: Barack Obama asumió la presidencia de los Estados Unidos cuando no sabía si su país estaba ingresando en otra Gran Depresión. El flamante presidente norteamericano confeccionó un paquete de medidas excepcionales y lo envió al Congreso para su aprobación. Nunca pidió facultades especiales y los legisladores lo obligaron a negociar, a explicar y a ceder. Era el mejor momento político de Obama como líder de su país y del mundo."

Sin embargo -paradojas argumentativas mediante-, la actitud republicana de Obama que Morales Solá ve como un logro, el Economist la tilda de flaqueza:

"A president plainly should not ignore Congress. But Mr Obama has veered to the opposite extreme. Although he has a White House stuffed full of first-rate policy wonks, he has repeatedly subcontracted the big decisions—the $787 billion stimulus bill, cap-and-trade, health reform—to the Democratic leadership in Congress. At times Mr Obama’s role has seemed limited to deploying his teleprompter-driven oratory to sell whatever Congress proposes to the public, even before it is clear what exactly those proposals amount to."

La distancia, innegablemente, hace ver en los defectos que algunos marcan, los ejemplos a seguir en tierras propias.

El tercer artículo en cuestión -también del Economist- aborda la crítica situación económica de España. Se argumenta ahí que la negociadora actitud de Zapatero lo condujo a tener un gobierno muy resistente a la marea de la crisis, pero que sus tratos han sido contrarios a las posibilidades de revertir los números rojos que aquejan esos lares (qué más explícito que el título de la nota: "When good politics is bad economics"). Cuentan:

"In clearing his desk, Mr Zapatero pulled off a couple of deals that will shore up his position. First, he clinched an agreement over changes to the financing of Spain’s autonomous regional governments (see article). This will give more money to Catalonia, and should earn him the backing of Catalan nationalist parties for the budget vote in parliament in the autumn. Without their support, the budget might bring down his government, since his party lacks a parliamentary majority. Second, he sided with the trade unions to block demands from business leaders to reform Spain’s two-tier labour market. That has seen off the risk of a general strike."

La casa gana (o, lo mismo, pierden todos). No hay negociación en la que todos ganen y salgan contentos. Tal vez, como dijo Martín, eso esté en la esencia de negociar. Pero en épocas de diálogo, como las actuales, es bueno tenerlo en mente.

miércoles, 29 de julio de 2009

De danzas y ciclos: USA y Argentina

La volatilidad es inherente a la economía que reina en el mundo. Es fácil pensar en los últimos 20 años y recordar al menos una o dos crisis que hayan afectado a cada una de las regiones del globo. Sencillo decirlo, difícil vivirlo. Sin embargo, la frecuencia y forma en que las bajas económicas afectan a los países es lo que termina diferenciando la calidad de vida entre sociedades.

Retomando una discusión de la Cátedra Volman -donde se comparaba política fiscal y monetaria de Estados Unidos y Argentina-, contrastamos aquí las variaciones de crecimiento de estos dos países en los últimos 50 años, viendo las diferentes "malas rachas" de sendas economías.

Empecemos por el gráfico compartido. ¿Cuál fue, hasta el año pasado, la economía más "endeble"? Indudablemente, la argentina. De los 49 años contemplados (1960-2008), nuestro país tuvo en 17 oportunidades una tasa negativa de crecimiento, lo que lleva a vislumbrar la existencia de una "crisis", en promedio, cada 3 años. El gigante del norte, por el contrario, sólo tuvo tasas negativas en 5 ocasiones, diferencia no poco significativa. No queda ahí la pelota: si promediamos las variaciones negativas de la Argentina, obtenemos una media de -3,5%, mientras que al hacer lo mismo para Estados Unidos, esa tasa da -0,6%. Ergo: cuando la república del sur cayó, lo hizo con más fuerza.
Pasemos a la Argentina. Basta ver los brotes rojos (en círculos rojos quedaron marcadas las instancias problemáticas de ambas economías) para darse cuenta de lo que veníamos hablando antes. No pretendí ser exhaustivo al dibujar los circulitos, pero contando por encima, uno ve 14 momentos críticos en la historia nacional reciente. Lo que por encima de todo llama la atención es el rumbo zigzagueante de la serie, que, descontando los primeros años del Carlo y la vida política del Néstor, no parece poder quedarse estabilizada en ningún valor. La tasa anualizada de crecimiento punta-a-punta es curiosamente alta: 2,7%. Ésta última podría usarse para argumentar acerca de la incapacidad de los mandatarios locales al momento de suavizar los vaivenes económicos.
USA*. De un vistazo, también sería posible desdeñar el crecimiento de la América norteña en los últimos años, pero sería una actitud algo miope. ¿Por qué las idas y vueltas de la serie colorada-azul no son tan preocupantes? Primero: los máximos y mínimos son un sostén de la fortaleza yanqui, donde el mayor crecimiento del período fue del 7,2% y el menor de -1,9%, o sea, máximos y mínimos más bajos que la Argentina (10,6% y -10,9%, respectivamente). Los extremos, en estos casos, no son demasiado positivos. En segundo término, viendo los círculos rojos uno se encuentra tan sólo con 8: casi la mitad de los que tenía nuestro país. Asimismo, las bajas pronunciadas suelen estar acompañadas por cuatro o más años de bonanza (respiros necesarios, sobre todo para reincorporar gente al mercado laboral).
Síntesis. Las características de una y otra economía obviamente hacen complicada la comparación. Mientras que las crisis que se generan en Estados Unidos repercuten en todo el mundo, incluida la Argentina, no sucede lo mismo en sentido contrario. La actual, es un claro ejemplo de ello. En simultáneo, las políticas que cada uno de estos gobiernos tienen a su disposición son muy diferentes. Basta decir que EEUU es el emisor de la moneda global: el dólar. De todas formas, sería necesario aprender localmente a responder y prever estos eventos tan poco deseados. Principalmente, para dejar de seguir viviendo a los tumbos, y bajar de esta especie de montaña rusa que hace de cada argentino, en medio del chori y el vino del domingo, un "economista".

*Recientemente se publicó online un gráfico interactivo del WSJ donde se pueden ver en detalle las crisis de USA. El link, haciendo click aquí.