(1) Oponiéndose
Como las hay semanas oficialistas, la pasada fue una semana de la oposición. Los títulos, los debates y la iniciativa lo demostraron: fueron la mayoría. Es difícil para un gobierno, sino imposible, mantenerse constantemente sobre el pedestal que atrae la atención de todo el mundo, ese pequeño escalón, por el contrario, va rotando de dueño.
“Toda la oposición da por terminado el diálogo político”, titulaba Clarín el lunes, haciendo a aquella ganadora del sorteo cara-o-seca para el puntapié semanal. Complementando esta caracterización del devenir noticioso opositor, las denuncias tomaron un rol preponderante a lo largo de los siete días (rasgo propio de una oposición que se infla). “Los Kirchner utilizan una lujosa flota aérea paralela”, decía La Nación, también el lunes.
El martes y el miércoles fueron días de remedios y dolores de cabeza. El escándalo de los medicamentos adulterados comenzó a expandirse, y como una raíz que, antes oculta, ahora va levantando baldosas de la vereda, se fue llevando funcionarios del gobierno provincial consigo (con esperables rumores de renuncia del ministro de salud de la provincia, Claudio Zin). La lectura política del hecho, que es la que aquí nos interesa, fue la de un oficialismo que al estar debilitándose no puede detener su desgaste. Decía Eduardo van der Kooy en su columna del martes en relación a Oyarbide, quien se encarga de la causa: “Los jueces, quizás antes que la propia sociedad, siempre advierten cuándo despunta un crepúsculo político”.
El jueves indudablemente fue el partido de la fecha. Tres cosas altamente resonantes ocurrieron en esas 24 horas, y sin Jack Bauer de por medio. Primero, se anunciaron reintegros a las exportaciones de maíz y trigo. Segundo, la oposición logró reunirse para oponerse a la ley de Medios, en un convite especial auspiciado por la vicepresidencia de la Nación. Tercero, “la AFIP montó un operativo intimidatorio en Clarín” (según las alarmadas letras del Gran diario argentino). Por partes las partes.
La historia del campo se inició el miércoles. Ese día se difundió que el gobierno retornaba otra vez a la idea de reunirse y negociar con los ruralistas (iniciativa que se había gestado el domingo con llamadas de Fernández a la Mesa de Enlace). Aunque las especulaciones de un encuentro antes del fin de semana no se cumplieron, sí se plasmó otra hipótesis: los representantes del campo no iban a legitimar con su cuerpo los anuncios gubernamentales. Es así que, pese a las invitaciones, el jueves no hubo representantes del cuarteto en el lugar donde Cristina comentó la eliminación (mediante un sistema de compensaciones) de las retenciones a las exportaciones de trigo y maíz de los pequeños productores.
La reunión del jueves fue, antes que nada, una gran foto: Cobos, Macri, De Narváez, Sanz, Aguad y Michetti, sentados unos al lado de los otros. De todas formas, su exigua duración, de aproximadamente media hora, fue suficiente para solicitarle al presidente del Senado “que garantice un debate (de la ley de medios) en tiempos razonables”. Asimismo, se dejó en claro que cuando asuman los nuevos diputados se revisarán todas las normas aprobadas después del 28 de junio por el congreso, y en especial, y de aprobarse, la de radiodifusión (afirmación un tanto curiosa, ya que no se refiere en nada a lo hecho previamente por la cámara, y por la razón de que varias de estas personas son actualmente diputados).
Para completar la lista de créditos en el rubro presidenciables, hubo declaraciones de Reutemann y Solá, quienes no asistieron pero apoyaron: “ `Reutemann hizo llegar su voz:"Esta ley debe tener legalidad pero también legitimidad, es decir que es imprescindible que pueda ser tratada en este período, pero votada con la legitimidad que le otorgarían los representantes elegidos el 28 de junio´". Para no quedar afuera, Carrió también se expresó, aunque solamente sobre la actitud de Cleto y de forma poco benévolamente: "Es un riesgo institucional que el vicepresidente de la Nación se reúna con la oposición".
De los tres, el tercero fue el hecho más colorido, pero probablemente el de menor contenido. La “visita” de los inspectores de la AFIP a Clarín tuvo una implicancia altamente simbólica y con muy mala recepción social. Es así que varios funcionarios de ese organismo fueron echados (y la renuncia del mismísimo Echegaray aún está en duda). No obstante, las consecuencias tangibles de la misma no llegaron muy lejos. Sin embargo, Joaquín Morales Solá aprovechó la ocasión para seguir profundizando su tesis chavista y alertar una vez más a la sociedad de la avanzada roja: “Nunca tantos parecidos con Caracas”, tituló su columna del viernes.
El viernes las cuestiones mencionadas siguieron rebotando sin tener nuevas aristas. Evidentemente, Cobos recibió críticas muy fuertes por sus actividades opositoras. Fernández, Rossi y Balestrini le reclamaron la renuncia y reiteraron lo del paso “al costado”. A esto, Cobos respondió –cual héroe nacional- que "lo más fácil sería renunciar" y que es “un ser humano que está lleno de sentimientos, de pasiones; no un robot". Pocas novedades, más allá de una inflación que, aunque sube, a nadie contenta: 0,8%.
No obstante, entre tantas noticias también hubo color, teñido de guiño. Es que, paradójico o no, el viernes Clarín dio a conocer los resultados de un concurso de fotografía periodística que organizó. La foto ganadora (¿idílico paisaje?), resultó ser -tal cual lo describe el epígrafe del diario- la que “muestra a un grupo de kirchneristas llorando tras el voto no positivo de Cobos”. Casualidades del destino.